viernes, 12 de octubre de 2012

CESC FÁBREGAS Y LAS MENTIRAS DEL FALSO NUEVE

Antes que nada, tenemos que confesar algo inconfesable: a los futbolistas se les paga por mentir. Sí, por contar mentiras dentro del campo (no fuera, como hacen Mouriño y sus esbirros). Las mentiras se 'cuentan' dentro del campo: el fútbol es engaño, siempre nos has dicho Valdano, que es un señor muy serio, y que fuera del campo no engaña. Pero dentro del campo, hay que engañar al rival, hay que mentir, hay que fintar que se va hacia un lado, para ir hacia otro. El engaño en el fútbol es indispensable: porque te proporciona una ventaja de tiempo y espacio sobre el rival. Si el rival es sorprendido, se tarda en reaccionar, si se tarda en reaccionar, es mucho más fácil eliminarlo. El engaño te proporciona décimas de segundos que en el fútbol son siempre la diferencia entre el fracaso y el éxito. 

    Pero no todos los jugadores saben mentir, hay que tener talento para mentir. Tampoco todos los entrenadores saben mentir, también hay que tener talento para mentir dentro del campo, con tácticas que sorprenden al rival. Yo conozco a uno de esos grandes entrenadores que sabían mentir muy bien, que hasta ahora nadie se ha dado cuenta de uno de sus inventos: me refiero a Guzstáv Sebes, el entrenador de los Mágicos Magyares. Es decir, la selección húngara que no ganó el mundial del 54 porque ese día llovió mucho, y los alemanes tenían mejores botas para jugar en lluvia (la tecnología alemana, no hay más que decir). Sebes fingía mucho en el campo: utilizaba una defensa nominal de dos hombres: Lantos y Buzanzski. Pero además tenía un mediocentro, Lorant, que era más falso que un duro de madera. Era prácticamente un central, que formaba una defensa de cuatro, porque el pivote por izquierda, Zacarías, se retrasaba hasta la línea defensiva. Tenía otro pivote, Joszef Bozsik, que también era un falso mediocampista: era tan bueno acarreando el balón desde la base, como descolgándose hasta el balcón del área enemiga (hoy se llaman mediocentros box to box). Sebes creó la punta de lanza: un interior, o los dos, se adelantaba hasta la altura de la línea defensiva rival. Pero sobre todo, Sebes utilizó un engaño sistemático que sorprendió a propios y extraños: el falso nueve. 

     Sí, el falso nueve, este tema que está de rabiosa actualidad (por Cesc Fábregas), y que, a mi juicio, nadie ha entendido perfectamente. Yo me fui a los orígenes, al momento en que se creó este falso nueve, este nueve mentiroso, para entenderlo mejor, para captar la intención de jugar con un nueve mentiroso. Hallé cuestiones muy interesantes. Todo el mundo dice y afirma que el primer falso nueve de la historia fue Nandor Hidegkuti, pero no es cierto, es una mentira (hasta en esto miente el falso nueve). El primer jugador que utilizó el sistema de falso nueve fue Péter Palotás, que jugaba en el MTK FC de Hungría. Palotás era un mediapunta que fue utilizado como falso nueve por su técnico cuando su equipo vendió al nueve puro que tenía. Dicho entrenador, cuyo nombre era Martón Bukovi, decidió utilizar como nueve a Palotás, pero más retrasado, pues Péter era un jugador con visión de juego, con creatividad, con bastante movilidad y capacidad para driblar y asistir a sus compañeros. Sebes utilizó varias veces a Palotás como jugaba en su equipo, no obstante, en un partido trascendental, contra Inglaterra, en Wembley (nada menos), Guzstav decidió probar con Hidegkuti como falso nueve, en detrimento de Palotás. Nandor Hidegkuti anotó tres goles en ese partido. No funcionó mal, no. Los húngaros les ganaron por 3 goles a 6 a los ingleses, en el mítico Wembley. Si yo hubiera sido periodista deportivo de aquella época, hubiera escrito este titular: "Los ingleses inventaron las reglas, pero los húngaros inventaron el Fútbol".


    Sin embargo, el falso nueve no sólo recaía en Hidegkuti, pues varios jugadores también ocupaban ese espacio que nadie ocupaba, pues Hidegkuti tenía la posición nominal de nueve y medio, pero también era un diez (su físico era muy parecido al de Zidane), también era un mediapunta, también se recostaba a cualquiera de los costados (en realidad, Hidegkuti empezó su carrera como extremo), también bajaba hasta la base para recuperar balones y acarrearlos hasta el área rival. Era un todocampista, varios años antes de que Di Stéfano jugara con el Madrid. Y entonces, la pregunta es la siguiente: ¿quién ocupaba el puesto de nuevo puro, cuando Hidegkuti jugaba como enganche, cuando se recostaba a los costados? Casi siempre, Kocsis, que era el punta de lanza derecho (anotó 11 goles en 5 partidos de ese mundial, casi nada), pero también Puskas, o Palotás, cuando jugó contra Uruguay, en las semifinales de aquel mundial del 54. En este vídeo se puede observar, si se hace una pausa en el minuto 1:25, la formación de Hungría en la delantera: Kocsis es el que conduce, es el punta de lanza derecho, el punta de lanza izquierdo es Hidegkuti (Puskas estaba lesionado), y el más retrasado, el que está en una posición de nueve y medio, casi un diez, es Péter Palotás. Como ven, no hay un nueve puro, y cualquiera de estos tres ocupaba ese sitio vacío. El falso nueve no es una posición, sino un sistema, una fórmula, un concepto: no utilizar a un nueve puro, para tener varios. 

   Sí, de acuerdo con los vídeos que he observado de aquella Selección húngara, el falso nueve no es una posición, no es una posición de tresquartista, o de nueve y medio que asume el papel del nuevo clásico, sino que es, como he dicho, dejar libre el espacio del nueve, para que, por SORPRESA, lo ocupe cualquier jugador. Ese falso nueve, en un momento dado, puede ser un extremo, un mediapunta, un interior derecho, el central, o un lateral derecho. Sí, un lateral derecho, yo he visto a Alves jugando como falso nueve, metiéndose entre los centrales para hacer una pared con Messi, como se puede ver en este vídeo. Ver a Alves como nueve puro es alucinante, ¿verdad? 

    Pues eso es el falso nueve, es un concepto, digamos que es un truco que he aprendido de los húngaros. Consiste en engañar sistemáticamente al rival (el Fútbol Total, que inventaron los húngaros, es justo eso: engañar con todo el equipo), consiste en que los centrales no tengan nunca una referencia clara (el nueve puro), que los centrales no sepan nunca quién se va a asomar al balcón del nueve clásico, que los centrales tengan que lidiar con distintos futbolistas, con distintos futbolistas que tienen virtudes diferentes, que tienen cualidades que los nueve puros no tienen. Kocsis era un cabeceador como la copa de un pino (el húngaro ponía pases con la cabeza mucho mejor que el 80% de los futbolistas con el pie), pero además tenía otras virtudes. No era un nueve puro, era un punto de lanza que ocupaba muchas veces el sitio del nueve, pero que dejaba ese sitio vacío para que sus compañeros lo ocuparan. Sorprendiendo siempre a los centrales rivales. Qué mentirosos son los falsos nueve, de verdad. 

    Así pues, los húngaros jugaron con tres falsos nueve, tres jugadores eran los que, habitualmente, ocupaban el sitio vacío del nueve puro. Pero, en ocasiones, ese sitio también era ocupado por otro jugador, a veces, Zoltán Czibor marcaba goles en la posición del nueve. Czibor era un extremo zurdo que también jugaba por la derecha (fue el primer extremo que jugó a pierna cambiada). También he visto goles de Ferenc Puskas, con la Selección húngara, que Panchito marcó en la posición del nueve. ¿Se entiende ahora lo que pretendía Sebes? Dejar el puesto de nueve vacío, vacante, jugar con un 9 inexistente para engañar a los defensas rivales. Porque cualquier jugador podía llegar desde atrás, colocarse de nueve, y desconcertar a los defensas rivales. El nueve puro es un jugador muy predecible, casi siempre tiene poca calidad técnica (salvo honrosas excepciones). Si se aparece un jugador con menos altura, pero con más movilidad, con mayor desequilibro, con mejor visión de juego, con más recursos para engañar, es más fácil que sorprenda a los centrales rivales. Este es el concepto de falso nueve. Engañar jugando sin un nueve fijo. 

    Ahora bien, los dos jugadores que más se asomaban al balcón del nueve, en aquella selección húngara, eran Kocsis y Hidegkuti. Ninguno era un nueve puro, ambos tenían mucha calidad técnica, y visión de juego (sobre todo Nandor, quien muchas veces jugaba como enganche, como mediapunta, etcétera), y muchas veces, ambos coincidían en el área rival. ¿Cómo se las apañaban para convivir juntos dos falsos nueves dentro del área rival? Con inteligencia y talento se puede llegar a cualquier parte. Los dos se coordinaban para desconcertar a los rivales, en ocasiones, Kocsis ocupaba la posición clásica de nueve, mientras que Hidegkuti se colocaba unos metros por detrás, como un nueve y medio, para aprovechar los rebotes y rechaces, para aprovechar los huecos que deja el arrastre del nueve puro. Así aprovechó Messi el arrastre de Cesc para realizar un disparo contra el Sevilla, que lamentablemente no acabó en gol. Observad en este vídeo la jugada que empieza en el minuto 6:29. Fábregas está en la posición del nueve clásico, pica por detrás de los centrales para cabecear, no obstante, Palop sale a duras penas a despejar el balón, el rebote lo aprovecha Lio Messi para disparar a portería, pero no es gol. Sin embargo, lo que importa es señalar los movimientos de estos dos nueves mentirosos, mientras que uno está en la posición del nueve, el segundo se coloca como un nueve y medio, listo para pillar un rebote, para aprovechar el espacio que ha dejado el desmarque del jugador que está jugando como nueve clásico. 

     Otro movimiento bien coordinado que utilizaban Kocsis y Hidegkuti, era que uno picaba al primer palo, en profundidad, mientras que el otro se retrasaba al segundo palo (un movimiento típico del nueve clásico con dos objetivos: deshacerse de la marca de los centrales, y tener la portería de frente). Estos movimientos desconcertaban a los defensas rivales, pues no sabían a quién marcar: si al nueve mentiroso que picaba al primer palo, o al segundo nueve mentiroso que se desmarcaban en sentido contrario del flujo de la jugada. En este vídeo, en el cuarto gol del Barcelona contra la Real Sociedad (que marcó Pedro), podemos ver los movimientos de los dos falsos nueve: Messi pica al primer palo, mientras que Fábregas realiza un desmarque que no es muy efectivo, porque tendría que haberse retrasado al segundo poste. Observar que hay seis defensores rivales, que no obstante dejan un latifundio libre a sus espaldas, a segundo poste, ahí tendría que haber estado Fábregas, en un movimiento clásico del nueve puro. Afortunadamente pasaba por ahí Pedro. 

    Yo me he fijado mucho en los movimientos de Messi y de Fábregas como falsos nueves, en ocasiones, los movimientos son acertados, están bien coordinados, pero no siempre, es comprensible. No obstante, yo los conminaría a que continúen perfeccionando los automatismos de dos falsos nueves, yo he visto cómo se movían los dos falsos nueves húngaros, y realmente era impresionante. Confío en que tanto Messi, como Fábregas, dos jugadores con mucha inteligencia y talento, puedan coordinarse para desconcertar totalmente a los defensas rivales. Ambos saben moverse muy bien sin balón, y yo prometo que en mi próximo post platicaré más sobre Fábregas, sobre su capacidad para jugar sin balón, sobre la Eurocopa que realizó con tanto éxito, y sobre el mejor partido que le he visto vestido de azulgrana. Curiosamente, no fue jugando como falso nueve, sino en un rol más parecido al que tenía en el Arsenal. No digo más. 




2 comentarios:

  1. por qué crees que no estamos viendo al cesc del arsenal?, era el mejor centrocampista de la premier, se decía que era tan bueno como xavi...

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  2. Lo contestaré en mi próximo post, pero para mí, la contestación es muy fácil: en el Arsenal, Fábregas aglutinaba mucho más balón que aquí, allá jugaba más por detrás del balón, desde la base, acarreando balón hasta el balcón del área y/o batiendo líneas con pases. Mientras que en el Barcelona está jugando mucho más por delante del balón, pero mucho más. Hombre, Fábregas es bueno jugando por delante del balón, lo hacía en el Arsenal, algunas veces, pero digo, su labor en el Arsenal era jugar más por detrás del balón.

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